Voces multiples sobre tiempo único

por Rosalba Oxandabarat (para Brecha)

No deja de ser una coincidencia, nada extraña si se quiere, que coincidan en la cartelera montevideana dos documentales cuyo tema central, más allá de las diferencias de tono y de mirada, sea la dictadura.

A pocas semanas del estreno de "El Círculo", de Aldo Garay y José Pedro Charlo, llega este filme de Mario Handler. Un poco más atrás pero el mismo año, las películas de ficción "Matar a todos", de Esteban Schroeder y "Polvo nuestro que estás en los cielos", de Beatriz Flores Silva, abrevaban cada una a su manera en la dictadura o sus secuelas. Por alguna impredecible sincronización, distintos cineastas abren las compuertas a búsquedas, emociones e interrogantes que por diversos motivos no pudieron abrirse antes.

"Decile a Mario que no vuelva" es un documental hecho a base de entrevistas. Tiene el tono urgido, a veces exasperado, que no es ajeno a ninguna película de Handler. Resulta sorprendente, y resultará provocador, por varios motivos; por lo que el cineasta eligió mostrar, por el carácter de quienes brindan testimonio. El primero que salta a los ojos, es que en quienes brindan estos testimonios no sólo están los de quienes sufrieron la dictadura, desde la cárcel o desde la vida cotidiana, sino también los de algunos que la sostuvieron y actuaron a su favor. La búsqueda de Handler indaga en una cantidad de vivencias, recuerdos e interpretaciones de y sobre ese período, pero lo hace desde una vocación inquisidora y abarcadora, preocupándose por tomar nota aún de aquello que, de alguna manera, molesta o duele saber. Es la primera vez, que en cine, está presente esa "vereda de enfrente" de los represores y de los partidarios y defensores de la dictadura.

La película confronta, o compara, mediante la edición, lo que puede expresar un torturador con lo que puede expresar un torturado, creando ese diálogo imposible entre experiencias y razones incompatibles. Y no se queda ahí, porque aún en las experiencias narradas por quienes sufrieron la prisión, por ejemplo, habrá más de un matiz que pone un pedacito de mosaico peculiar a la experiencia colectiva de ese tiempo oscuro. Lo que eligió poner Handler de lo mucho que filmó (ver entrevista) parece obedecer a esa necesidad de intentar recomponer una vivencia multiple. Todo eso sucedía, y era simultáneo, en el espacio histórico y especial de la dictadura: el horror y el humor, la afirmación y la duda, el buscar algún alivio a lo peor o algún recurso supremo de prolongar la vida cuando todo parecía señalar el camino contrario. Probablemente quien vaya a ver "Decile a Mario que no vuelva" discutirá lo que está y lo que falta (esta cronista lo hace), tendrá su propia propuesta de qué importa más o menos. De lo que no queda duda es de que esta película podrá despertar un millón de sentimientos, menos la indiferencia.

El mismo Handler se incluye en su película, estableciendo un vínculo peculiar con su creación, mediante un extraño, doloroso proceso de sinceramiento -no se autoadjudica en tanto personaje ninguna heroicidad o protagonismo político. Es el autor, y uno más de quienes testimonian, el exiliado, con sus carencias y sus esperanzas, en una suerte de reencuentro con un pasado y un presente cuyas reales proyecciones siguen siendo huidizas. Como para todos nosotros.

Mario Handler habla de "Decile a Mario que no vuelva"

Es difícil entrevistar a Mario Handler, no porque no hable sino porque las preguntas le disparan, más que respuestas directas, reflexiones, que pueden, eventualmente, ser una respuesta, pero otras veces no. De modo que de la entrevista se ofrece aquí un resumen de esas reflexiones, sobre el proceso, las dificultades y circunstancias de hacer una película como ésta. (R.O.)

-En realidad yo tenía una idea totalmente distinta para esta película, y no funcionó. Yo quería hacer diálogos en presencia. El ejemplo era sencillo: tomo al ruso (Mauricio) Rosencof y lo pongo con Tróccoli. Fracasó la idea de inmediato. Por un lado porque el ruso no quería eso y por otro Tróccoli era ya inencontrable, estaba muy escamado.
Entonces la cosa se hizo muy compleja, esta película fue un enorme sufrimiento y además yo estaba débil y no sabía que tenía una vista muy mal, no veía bien los colores y no enfocaba bien. Tengo un montón de cosas que quedaron fuera de foco, y poco a poco me di cuenta que tenía cataratas. Entonces esos problemas del cuerpo me repercutieron, empecé a filmar en la mano y largué en seguida, no tenía energía. Compré un buen trípode y ahí empecé a desvariar y equivocarme mucho para encontrar un rumbo.

-La reflexión que me hago ahora es que quiza me dejé llevar por la realidad que era en definitiva caótica, tanto tiempo de dictadura y tan variado todo lo que sucedía. La película quedó por lo tanto relativamente caótica, igual que aquel período. Para cubrirlo desde un punto de vista sociológico, de encuesta bien hecha, se hubiera requerido de 4000 entrevistas, y ni yo ni nadie está preparado para eso. Hice 70, que es mucho trabajo, pero solo se usaron 15.
Elegimos aquellos entrevistados que formaban como personajes entre sí, que uno dice algo y otro parece seguir. Estuvo muy bien lo que agregaron creativamente en Madrid mi hija y su novio, ese sistema "interruptado" como dicen, que una persona no completa el pensamiento y aparece otro que lo hace, a veces en concordancia y otras con sentido opuesto.

-La gente que conseguimos entrevistar era buena, y elegimos a personas poderosamente expresivas como Engler, Mauricio Vigil, Rosencof, o del otro lado García Pintos Domínguez y Gilberto Vázquez. Para conseguir la entrevista con Vázquez quien hizo un gran esfuerzo y se ocupó de coordinar todo fue Gastón Bralich, y al final creo que obtuvo algo que es primicia exclusiva, no lo tiene nadie ni lo va a tener nadie

-A esta gente de la derecha yo me presenté, mire, yo soy de izquierda, yo hice la película "Aparte", si quiere hablar por favor, y diga lo que quiera, y después lanzo pequeñas puntas. Es lo que hago normalmente si tengo que entrevistar, porque yo no soy María Esther Gillio, así que me presento y digo: diga lo que quiera. El método resultó con Gilberto Vázquez, primero hubo una larga sesión sin grabar, no nos habían dado todavía el permiso y si se consiguió fue gracias a apoyos que yo no conocí, que los manejó Gastón. Una anécdota: para terminar de convencer a Vázquez yo metí un Dvd de "Aparte" en un sobre y le puse con letras enormes: de Mario Handler para Gilberto Vázquez en la Cárcel Central. Se llamó a un taxi para enviarlo y el taxista se empezó a matar de risa, y lo llevó encantado.

-Resolví desde el principio no incluir la información previa, que la tengo completa en la memoria: la posguerra, los cincuenta, los sesenta.. eso sería la película cero, el prólogo. También resolví no poner ni un solo material de archivo que no fuera mío, solamente puse muy poco tiempo de archivo dictatorial y muy pocos trozos de mis propias películas, solo para crear un cierto ambiente y dar una cierta hilación. Volví a mi tradición interna que es: no hacer películas con material de archivo. Es algo que cada día odio más, aunque casi todos mis alumnos quieren hacer eso, películas de edición con lo que otro, como yo, se rompió el culo filmando. Está lleno de gente, jóvenes y veteranos que me piden material para hacer una película, y yo les digo: por qué no salís a la calle y filmás, tenés una realidad, filmala.

-Hubo diez o doce ediciones distintas que no conformaron, ni a mí ni a nadie, si te las mostrara verías que producen una sensación de no completicidad. La versión final la realizó mi hija Florencia con su novio Julio Gutiérrez, y yo la aprobé porque ya estaba cansado y quería liberarme de esa película que me estaba cayendo como un palo, cuando estaba cada vez más débil. Ya recibí la acusación de que el montaje es caótico. Yo no creo eso, sí creo que es atrevido.

-Esa objeción de que quedan como únicos protagonistas los tupamaros y los militares es tuya, y creo que no es verdad. Un cineasta tiene opciones, y una es la concentración: hay tres millones de cosas que no puse. Es decir, todo es selectivo, la foto es selectiva, yo también lo soy. Me concentré en la vida dictatorial, por eso están Fernando Frontán y Andrea Villaverde y Concari.Y creo que de la película para nada surge la teoría de los dos demonios, simplemente había que elegir protagonistas y si no, me voy por las ramas. Acá por ejemplo no está toda la actuación de Wilson y otra gente, ni la actividad de los comunistas o los anarquistas, ni la gente del pueblo que sí fue partidaria de la dictadura, ni las variantes tupas o las variantes militares, o los líos entre Bordaberry y la TFP (Tradición Familia Propiedad). Hay un millón de conflictos que no caben en 82 minutos. Pero no sale de la película un pronunciamiento de ese estilo.

-Lo que falta es bastante, pero para eso tendría que haber un prólogo, la película número cero. Voy a cubrirlo de otra manera, los restos, que son enormes, como seis horas, están siendo editados por Beltramelli y Fabiana Macedo en un DVD separado, una selección informativa, sin arte, con capítulos sobre setenta personas. También con materiales de archivo míos, como la filmación que hice en Copenhague en 1991 a un marino desertor, y con noticieros de la dictadura más completos que lo que aparece en la película.

-Cuando yo hice mi primer peliculita en Praga, le puse: "esta es una vision parcial y personal", una ingenuidad, porque todas las visiones son parciales y personales. En este caso lo que yo quería era una visión impresionística, basada en emociones y narrada, es decir, acciones narradas que conducen a emociones. En ese sentido se puede decir que está lograda. O no, ninguna película puede satisfacer a todo el mundo, ni siquiera las de Harry Potter.

"Decile a Mario que no vuelva"
COSAS QUE SE DICEN

-La "cárcel del pueblo", la gente que estaba ahí, llamados "chanchos", que ya es un término denigrante, estando en unos huecos sórdidos, ¿no? porque esa es la verdad, eso, ¿no era parecido a una forma de tortura?
Mario Handler

-Fuimos a Munich y recibimos instrucción en la Escuela de Inteligencia de Alemania Federal, que era dirigida por un capitán retirado que había sido ayudante de Rommel. Me enseñan los alemanes lo que es inteligencia. Nosotros no teníamos idea. Y aprendimos otro mundo, que existía otro mundo, cómo funcionan los servicios de inteligencia.
Gilberto Vázquez

-"De lo que ustedes saquen de esta gente depende la supervivencia de la nación".
Nos dice: "En la guerra no sólo hay que arriesgar la vida, también hay que arriesgar el alma". Ahí nos estaban, estaban orientando que es lo que había que hacer. Y fuimos y lo hicimos.
Gilberto Vázquez

-El sentir ciudadano, era que le encantaba el Golpe de Estado, porque se terminaba de una buena vez con el Parlamento y todos los politiqueros que estaban lucrando a costillas del Estado, no hacían nada por la ciudadanía.
Ricardo Domínguez

-Y él se da maña para hacer de pared a pared un agujero. Esa pared recibió muchísimas confesiones y después empezó a recibir caricias y después empezó a recibir más que caricias, promesas. Nos enamoramos.
Jessie Macchi

-Y un preso lee las etiquetas de los frascos de medicamento aunque no entienda nada, lee cualquier cosa, el papel del jabón, lo que sea lee. Y con eso... bueno, su cabeza elabora otros mundos.
Carlos Liscano

-Y el que estaba en la joda que se joda Y el que no estaba en la joda no tenía problemas.
Ricardo Domínguez

-Hacía 6 meses que tenía diarreas con sangre. Entonces al final trajeron a un médico, del Hospital Militar, que me examinó y se dio vuelta y le dijo al sargento: "Miren a este recluso tienen que darle bife y además puré de papas, y luego le hacen una manzanita al horno". El sargento casi se muere de la risa, pero simuló bien. Y después que se fue el médico me agarraron del cogote, me arrastraron hasta la celda y me dijeron: "Bife te vamos a dar a vos..."
Henry Engler

-No teníamos idea de qué carajo era el Partido Comunista, los Tupamaros, el PVP: para nosotros eran todos enemigos.
Gilberto Vázquez

-Pero la pensaron muy bien, porque lo que querían era eso. Querían controlarlos en la cabeza, ideológicamente. Hicieron mucho daño físico, desparecieron gente, eso fue penoso, pero lo que hicieron con nuestra generación, esa fumigación tan jodida... porque en realidad nos mutilaron
el pensamiento.
Fernando Frontán

-Nosotros nos metimos en eso y yo no quiero ni que me perdonen, ni amnistiar a nadie, ni que me amnistíen. Ellos no tienen autoridad moral para amnistiarme.
Mauricio Vigil

-Y un día yo estaba con un compañero en la celda y el compañero me dice: hay olor a mujer. Y nos quedamos en silencio y de pronto, además del olor a mujer, oíamos la voz de una mujer! eso ya era el delirio mayor ¿no? Y era de día, no de noche cuando uno puede estar soñando.
Carlos Liscano

-La guerra es efectivamente lo contrario a los derechos humanos. Es la destrucción del enemigo.
Y para destruir al enemigo hay que destruirle los derechos. Y hay que destruirle el físico, y hay que destruirle la moral.
Daniel García Pintos

-Nosotros sabíamos lo que hacíamos. Nosotros éramos conscientes de que teníamos que pagar el precio que tuviéramos que pagar. Si nos tenían que matar a todos, era parte del precio.
Henry Engler

-Yo creo que la tortura no puede ser el vidrio a través del que veamos todo. Es una experiencia durísima que nos costó a nosotros, pero yo creo que está mal que nos tengamos lástima por lo que nos pasó. Nos pasaron cosas espantosas. Y cosas que nos han dejado marcas para siempre. Y gente maravillosa que quedó por el camino. Pero no son por estos hijos de puta, es porque nos metimos en eso.
Mauricio Vigil

-Este film es un intento de reconciliación o de convivencia. Y es también, una búsqueda de verdad o de verdades. Y quizás, una reconstrucción del alma de la sociedad y de mi alma.
Mario Handler

Publicado en Brecha el 17/10/2008