Karma Testigo: Mario Handler

por Juan Queijo (para CINEMAG)

Mario Handler es una de las figuras más representativas del género documental de nuestro país. Su anterior película, "Aparte", abrió toda una serie de discusiones que hicieron del trabajo uno de los más vistos ese año en nuestras salas. Hoy el regreso lo marca el eje temático del cine nacional del 2008. "Decile a Mario que no vuelva" es su reciente trabajo y augura, nuevamente, mucha polémica.

El nuevo trabajo de Mario Handler recompone una larga serie de entrevistas que fueron realizadas luego de la presentación de "Aparte" y que pretenden reconstruir, de modo personal, esa compleja etapa de la historia nacional que se denomina Dictadura.

Un primer foco de atención que surge de este trabajo es su poco interés de configurar un discurso exhaustivo sobre el período. Handler recompone sus documentales desde una estética claramente definida, y personal, pero también desde un serio trabajo de entrevista, con menos pretensiones periodísticas que humanas.

La idea inicial de esta película era a la vez de simple sumamente ambiciosa: construir un diálogo entre un preso de la dictadura -un personaje conocido y encarcelado durante trece años-, y un torturador. Esa idea no funciona, pero constituye el trampolín para que el director aplicase una solicitud de beca en la prestigiosa Fundación Guggenheim, que le permitió obtener un dinero para llevar adelante la filmación pero sin utilizar muchos recursos técnicos. La financiación se completa con algunos otros fondos de Holanda.

Pero si hubo una dificultad en este proceso, se constituye por el serio estado de salud que padece Mario Handler en estos días: "Esa dificultad de salud no solo impide que uno se desplace mal, sino hace incluso que uno pueda pensar mal, equivocadamente". El propio autor, que no desconoce la posibilidad de que pueda ser esta su última película, accedió a conversar con CINEMAG de lo que significó la misma y del problema que circunscribe al género.

CINEMAG: ¿Cuándo comienza a hacerse esta película?
MH: Las ideas surgieron de manera confusa, como siempre. Estamos hablando de que esto comenzó en el 2004, una año después del estreno de Aparte. Entonces, entre confusiones llegó un momento en el cual tomé conciencia de mi real situación física y decidí llamar a mi amigo Mario Jacob para que fuera productor ejecutivo. Y me ayudó mucho. Abandoné mi posición extremadamente personalista, en el sentido de hacer todo yo, porque no me daba el cuerpo ni el cuero. Con Mario Jacob hicimos muchas entrevistas, auxiliados en varias de ellas por Gastón Bralich y alguna otra persona. Es así como llegamos a 65 entrevistas de las cuales solamente se utilizaron 15. Las restantes van a pasar a un segundo DVD por motivos de preservación histórica.

CINEMAG: ¿Significa una representatividad fidedigna esas 15 entrevistas finales?
MH: Hace poco hice un cálculo de cuántas entrevistas debiera haber filmado para cumplir con las normas estadísticas, y calculo que debieran haber sido más o menos unas 4.000 personas. Puedo fundamentar ese cálculo. Eso hubiera sido una tarea que no ha servido para nada. Hubiese sido como el famoso proyecto de Steven Spielberg, Shoah, en el que simplemente filman a todo sobreviviente del holocausto, a los relacionados... a todo el mundo. Ha sido criticado eso porque quiere abarcar demasiado
Yo no tengo la capacidad de abarcar tanto. Entonces, como en toda película, hay que delimitar, fijar objetivos. Y bueno, yo creo que eso se consiguió.

CINEMAG: ¿Esta selección a la que hacés referencia, y la imposibilidad de poder abarcarlo todo, hace de la película una obra más intimista?
MH: Si, también. Porque entonces uno tiene que aceptar, inevitablemente, un proceso selectivo que es duro pero que es totalmente necesario. La acumulación total nunca es deseable. Por empezar, por respeto al espectador, pero además porque uno sabe que no puede exagerar en la cantidad de objetos sonoros y visuales, para que el resultado quede compacto. Sin embargo, te digo que los dejé muy libres a todos los entrevistados.

CINEMAG: ¿Qué metodologías y técnicas utilizaste para las entrevistas?
MH: Ahí estuve siempre confuso. Yo creo que no hay una teoría realmente precisa de lo que es una entrevista, yo digo que no voy a enseñar eso porque no soy experto, y que se trata para mí de un problema de carisma, de oportunidad, de viveza, de darse cuenta de cómo vienen las cosas.. De escuchar al otro. Para mí eso es casi toda la teoría que hay: el respeto al otro es fundamental, aunque sea su enemigo. Si no se respeta al otro, no se obtiene nada. De lo poco que yo he visto de televisión uruguaya, el caso de entrevista agresiva en Zona Urbana, me parece muy desagradable. El factor impositivo que ejercen muchos periodistas es terrible, y yo creo que no solo hace mal al cine y a la televisión, sino que degrada al arte.

CINEMAG: ¿Cómo se arman las entrevistas en la película?
MH: La película se puede armar entre punto y contrapunto. Entre malos y buenos. Entre protagonistas y antagonistas. A través de Mauricio Vigil, que no estuvo tanto tiempo pero que sufrió mucho. A través de Henry Engler, Mauricio Rosencof, Carlos Liscano. Y también a través de personas que no estuvieron presos, como Fernando Frontán, Andrea Villaverde y otros. Y por el lado del gobierno, de la autoridad dictatorial, tenemos a varias personas. Sobre todo, la "estrella" es Gilberto Vázquez, que tuvimos la gran pegada de conseguirlo. Fue difícil, pero es la única grabación que existe de Gilberto Vázquez, que fue en la cárcel Central. Fue más fácil obtener a Daniel García Pintos, al comisario Alejandro Otero, y a otros más.

CINEMAG: ¿Porqué esta película en este 2008? ¿Porqué no antes o después?
MH: Bueno, confieso que yo tenía algo de miedo, en un sentido emocional. Da un poco de vergüenza la dictadura. Por eso las narraciones que hay son más bien literarias y penetrar en esa realidad puede llegar a ser muy doloroso para todos, incluso para el propio cineasta o periodista. Entonces yo no tenía mucho interés. En tantos años que estuve en el extranjero me negaba a hacer películas sobre la dictadura, y probablemente también hubiera sido incapaz. O hubiera hecho películas complacientes. Lo que más me daba temor era el equivocarme, y hacer películas de combate, cuando ya el combate tenía que dejar de existir. Entonces hacer esta película está bueno, porque si bien hay otros que se han ocupado del tema, se han ocupado de aspectos también parciales.
A la película le falta el período de comienzo de la dictadura y mucha gente me lo ha hecho saber. Yo respondo que esta película no es informativa. Lo que falta es esa película prólogo, que narre lo que pasa desde la mitad de los 50 hasta la dictadura. Esa película es muy difícil de hacer, porque requeriría una enorme precisión histórica y resultaría demasiado informativa. Y lo que es demasiado informativo no llega a la verdad, según se suele decir. Para llegar a la verdad hay que darle vueltas de maneras especiales, no se llega a la verdad contando toda la realidad.

CINEMAG: ¿Cómo definirías el resultado de "Decile a Mario que no vuelva"?
MH: Yo creo que el término es Evocación. Emocional en primer lugar, y al mismo tiempo narrativa. Y en tercer lugar, quizá, informativa. Pero la parte informativa está subordinada a la parte de evocación narrativa y evocación emocional.

Entrevista por Juan Andrés Queijo e ilustración por Salvatore.
Entrevista y Nota cedida por CINEMAG. Todos los derechos reservados.